La vida es como la milicia, que no es parte de la vida. Los que no ascienden se retiran pronto.
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La suerte, para que lo sea de verdad, debe ser arbitraria e inmerecida. Una suerte merecida o, peor aún, buscada, no es tal, es retribución o venganza, según los casos. Por la marera de hacerse presente no puede haber diferencia entre la buena y la mala suerte. |
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Ninguna estatua o reproducción alcanzará jamás la belleza perfecta. La belleza perfecta debe siempre poder encarnarse de modo que se cumpla su condición insoslayable de caducidad. Dicha caducidad es fruto de su máximo esplendor, puesto que necesita un tiempo, el de derramarse y darse y así perderse. |
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El uso de la coma, o parar y no llegar en el momento esperado, define el tema mucho más de lo que uno cree. |
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Los hijos del incesto son buenos con la aritmética. |
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Llevaba tantos apellidos ilustres que su nombre era un viaje por la historia del país. No caigamos en la frivolidad de decir que el viaje no merecía la pena. |
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¿Por qué repetirán los clásicos que los cojos han de ser resentidos? |
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Se dice con más frecuencia: es mejor dejar a los hombres por lo que no son que no tomarlos por lo que son. |
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Los pueblos sin originalidad se conocen en los deltas: siguen a los grandes ríos. Claro que lo que les falta de originalidad les sobra de sentido común. Lo peor del español se manifiesta cuando se pone en el lugar del otro bajo el antifaz del consejero desinteresado, del amigo o conocido más o menos fiel que invita al atribulado interlocutor a seguir un rumbo que jamás él por sí transitaría. Pero este cinismo tiene una ventaja. Pues los consejos del español, por su propensión al quijotismo de barra y a la euforia mística, son escuela excelente de porrazos en la vida y en este sentido invitaciones a la supervivencia colectiva. Y por eso, también, España produce malos burgueses y buenos artistas. |