LOS COMENTARIOS

To the Happy Few: espero que estos comentarios y las otras ideas o divagaciones que siguen en la bitácora presente puedan ser de alguna utilidad a quien quiere seguir o ya está en este oficio o carrera de las letras, ya porque sea muy joven y no tenga a quién acudir, o ya porque no siendo joven de cuerpo sí lo sea de espíritu, y desee o considere que es adecuado, con toda llaneza, combatir de este modo que ofrezco el aburrimiento...

Las reglas de uso que propongo al usuario son simples: que tus comentarios busquen la contundencia de la piedra lanzada y suspendida en el aire, buscando allí afinar la idea.

Deseo también que estos pequeños dardos de este diario personal que aquí inicio sirvan como disparadero de ideas para otros proyectos ajenos destinados a otros espacios.

Por último, los diálogos que se produzcan los consideraré estrictamente privados. Y no es preciso poner punto final a los mismos, pues incluso los ya transitados pueden recrudecerse pasado un tiempo.

jueves, 8 de septiembre de 2022

Ciudad Adentro [en la Galaxia Rural]

Con inauguración para el 14 de septiembre en CentroCentro, y apertura al publico general a partir del 15 , he tenido la suerte de poder comisariar y formalizar una expo de ideas, complicada, que explora nexos entre conceptos y personas, espacios y tiempos, proponiendo intuiciones que nos adentran en la experiencia de la ciudad, en el escenario distópico postpandemia que caracteriza la llamada Galaxia Rural de la tecnociudad. Esta es una exposición para pensar: viendo, oyendo, sintiendo.

Tres sherpas. Siguiendo el simbolismo del número 3, como hizo Dante Alighieri en su Divina Comedia, recorremos ciudad adentro apoyados en las trayectorias ejemplares de tres magisters: un filósofo, un músico y una escritora, son los guías/gurús/sherpas que nos conducen ciudad adentro. Ellos son Javier Echeverría (Pamplona, Navarra, 1948), Llorenç Barber (Aielo de Malferit, Valencia, 1948) y Noni Benegas (Buenos Aires, Argentina, 1947). 

Nuestro objetivo consiste en sintetizar sus caminos de conocimiento en percepciones que ayuden a descubrir el sentido de preguntas esenciales: ¿hacia dónde vamos? Con ellos queremos parar el tiempo; hacer un alto. La vida Adentro en la Tecnociudad en el horizonte de la Galaxia Rural, donde la máxima libertad convive con la perdida de toda intimidad, como si el dios de la tecnología pudiera penetrar hasta el más secreto rincón de nuestra mente, ha sido traducida a conceptos.

Nuestra vivencia de la galaxia rural tiene algo de retorno paradójico a la Edad Media. Traducir ideas en imágenes y carteles que funcionan a modo de vitrales es el reto que abordan doce multipremiados ilustradores de distintas procedencias y generaciones: Juan Berrio; Delius/María Delia Lozupone; José Domingo; Irati Fernández Gabarain; Elena Ibáñez; Pere Joan; Raquel Lagartos; MiguelAnxo Prado; Pepa Prieto Puy; Rep/Miguel Repiso; Antonia Santolaya; y Mikel Valverde.

La exposición se completa con un documental concebido con una base de entrevistas a los tres sherpas, Barber, Benegas y Echeverría -cuyo material en bruto también ponemos a disposición del visitante, en pantallas auxiliares y en redes- ha sido realizado por Javi Álvarez, videoartista y músico experimental ganador de un premio Ondas en el 2017 con Catástrofe Utravioleta.

Como colofón analógico, y a contracorriente, Ciudad adentro en la Galaxia Rural se acompaña de un simposio que tendrá lugar el 16 de noviembre de 2022. A él acuden los sherpas Llorenç Barber, Noni Benegas y Javier Echeverría, y nueve estudiosos y agitadores que representan los más granado de la filosofía y el pensamiento en España. Son Lola S. Almendros, Andoni Alonso Puelles, Eurídice Cabañes, Adolfo Estalella, Amador Fernández Savater, Alfonso Galindo Hervás, Leire Iriarte Cerdán, Alejandro Martín Navarro, Angélica Velasco Sesma.

martes, 17 de mayo de 2022

Leila Alaoui: Retrato de una rebelde, a propósito de Los Marroquíes

Leila Alaoui fue una rebelde. Esta es una de las conclusiones que extraemos del libro Off to Guaga, Diario de un duelo imposible, escrito por Abdelaziz B. Alaoui, el padre de Leila y ya publicado en Francia y Marruecos, y que pronto pasará al cine de la mano del director brasileño Fellipe Barbosa. “Off to Ouaga” (“Me voy a Uagadugú”) es el texto del último mensaje que Leila había enviado a su padre, antes de salir en misión fotográfica hacia Burkina Fasso, tras haber recibido un encargo internacional para destacar la situación de la mujer en África. Leila murió defendiendo esta causa en el atentado de Uagadudu, (Burkina Faso, 18 de enero 2016; el atentado fue el 15), mientras trabajaba en la campaña de Amnistía Internacional My Body, My Rights. Leila Alaoui es un icono de muchas cosas, entre otras, la defensa de los derechos de la mujer, y de los desfavorecidos, en defensa de los cuales falleció. Y una gran artista por encima de todo.

Moulay Abdeslam (C) Leila Alaoui Foundation
Leila Alaoui, la artista marroquí más internacional de los últimos 10 años, nació en Paris en 1982, de Christine, madre francesa y de padre marroquí. Estudió antropología y fotografía en la City University of New York. Su trabajo exploró la construcción de la identidad, la diversidad cultural y la migración en la región mediterránea. Utilizó la fotografía y el video arte para expresar las realidades sociales a través de un lenguaje visual que se encuentra en los límites del documental y las artes visuales. Leila fue siempre una activista comprometida que mediante su trabajo de fotoperiodista quiso siempre dar voz a los que no tenían voz, ya se tratase de los refugiados sirios, de los jóvenes que cruzan el estrecho en lanchas jugándose la vida, de los subsaharianos que se pierden en los desiertos buscando un mundo mejor o de las mujeres de la India o de África.

Después de trabajar en fotografía y cine, Alaoui regresó a Marruecos en 2008 cuando recibió una beca de la Unión Europea para un proyecto fotográfico sobre los migrantes, un tema cuyas consecuencias humanitarias le interesaba, siendo ella misma una heredera cultural enraizada en dos tradiciones que amaba, la marroquí y la francesa. El caso de la exposición Los Marroquíes explica su método de trabajo. Alaoui se internó en regiones remotas de Marruecos para recorrer pueblos o plazas con su estudio móvil para que la gente se acostumbrara a ella y se sintiera cómoda, nos dice la propia Leila. Luego esperaba el día del mercado, cuando venía gente no sólo de la aldea sino también de las aldeas vecinas. Instalaba el estudio en medio del mercado, con un fondo negro y dos focos. Y allí dejaba que la gente se acercase. Igual realizaba 200 fotografías hasta que una le parecía interesante. 


Ait Hani. 2014. Serie Los marroquíes. 
 Leila Alaoui. ©Fundación Leila Alaoui


En Los marroquíes
, Leila trata de revelar la subjetividad de las personas que retrata al tiempo que siente la urgencia de quien sabe que ese mundo está en trance de desaparecer, siguiendo, según sus propias palabras, la estela de Richard Avedon, en la serie que dedica a los héroes desconocidos del oeste americano, y la de Robert Frank, en aquel emblemático recorrido de 1957-58, que presentó con texto de Jack Kerouak. Pero Guillaume de Sardes con razón se pregunta por el objetivismo de Leila, que va más allá de estos maestros para entroncar sus retratos con los grandes artistas barrocos del siglo XVII o con renacentistas como Jan Van Eyck, s. XV, el último de los góticos.


Leila Alaoui, documentalista y retratista a un mismo tiempo, en estas imágenes reposadas, pone un extraordinario cuidado a la hora de reflejar la psicología y la "atmósfera del retratado”, concepto fundamental del francés Bernard Plossu y que permite añadir a la fotografía la secuencia temporal y emocional en la que debe ser mostrada su obra, que siempre es más importante que el espacio circundante, y todo ello nos habla de la delicadeza del trabajo de este estudio rodante que produjo la serie Los marroquíes. Sin duda, para Leila, fotografiar era participar de una ceremonia de posesión hipnótica que le permitía penetrar en el sujeto que tenía delante para producir un retrato completo, humano al cien por cien, mezcla de forma y fondo, ajeno a toda intención decorativa. Leila Alaoui desnudaba el alma de aquellos que se ponían a su disposición produciendo una tipo de fotografía que es vida, que hoy sigue siendo vida además de arte, aura mágica que nos hace volver a sentir el momento creativo de contacto de la artista con el mundo, a través de los testigos de esa epifanía que los retratos que tenemos delante.


Hoy, en el #InstitutoCervantes de Tánger que dirige Javier Rioyo, a seis años de su muerte, presentamos una obra creativa y artística que no ha dejado de suscitar un creciente interés internacional en galerías y museos, periódicos y revistas de todo el mundo. Por otra parte, y al mismo tiempo, el compromiso humanitario de Leila Alaoui con los refugiados y desfavorecidos del mundo y con las numerosas ONGS con las que colaboró (Consejo Danés para los Refugiados, Search for Common Ground, ACNUR, Amnistía Internacional, convierte a Leila Alaoui, la rebelde, en un icono necesario e imprescindible cuyo ejemplo y testimonio nos ha de ayudar a caminar en este mundo globalizado en lo económico, pero crecientemente amenazado por la intolerancia, la falta de libertad, por los prejuicios, y la desigualdad rampante.

viernes, 4 de marzo de 2022

Escapar del futuro con la dignidad intacta

Hace pocos días Carlos Malamud, investigador principal del Instituto Elcano, publicaba un post en la Fundación Foro del Sur donde reflexionaba sobre la tendencia actual a derribar estatuas de dictadores, genocidas, esclavistas, conquistadores, así como de las maneras de acabar con la propaganda institucionalizada de los países e imperios que auspiciaron dichas conquistas que, a modo de hazañas, quedaron incorporadas en el ADN de la genealogía de esas naciones. La reflexión venía originada por lectura del reciente libro de Peio Riaño ‘Decapitados. Una historia contra los monumentos a racistas, esclavistas e invasores’. Malamud hace un recorrido más o menos reciente de los derribos de monumentos que festejaban pasadas fechorías tenidas por gestas. Ese recorrido inteligente es esclarecedor porque ya en sí plantea los límites y las dificultades de lo que tal revisión puede comportar. Si hacemos una historia revisada del esclavismo de las Américas nos encontramos con casos tan disimiles como los de Colon o Pizarro, por poner dos ejemplos, mezclados con los de los esclavistas sureños de los Estados Unidos, incluyendo al ilustrado y padre de la patria americana Thomas Jefferson, que tuvo esclavos en sus posesiones de Virginia, si bien debo añadir que el prócer, y George Washington, era consciente de la contradicción en la que incurría, insuperable en aquel momento, si querían unir a los estados del sur en la causa de la independencia. Caso similar, cita Malamud, al de Simón Bolívar, que también tuvo esclavos. En África tenemos la sangrante y cruel colonización belga en tiempos de Leopoldo II, pero no le van la zaga las protagonizadas por el imperio británico, Francia o Países Bajos, países exportadores de un racismo cruel que a diferencia de España prohibía los matrimonios interraciales con los pueblos sojuzgados.
La Santamaría, la Pinta, la Niña, junto a Cabo Cañaveral, Florida, en 1992
Malamud tras repasar otras “caídas de los colosos”, así titula su artículo, de las de Lenin y Stalin tras la caída del Muro de Berlín en 1989 a las de Perón tras la Revolución Libertadora de 1955, concluye que “hay estatuas y estatuas y hechos positivos junto a otros que merecen una condena y una lectura crítica de sus acciones. Pero ambas reacciones deben tener en cuenta dos cosas: la interpretación del pasado no debe ser ahistórica y no se debe confundir la agenda política actual con reivindicaciones de otras épocas”, una reflexión esta que tal vez se dirige al revisionismo propagandístico de López Obrador en México, de Nicolás Maduro en Venezuela, o de los Ortega en Nicaragua, y a los periódicos exabruptos de estos contra España, siempre reactivos y motivados por incidentes diplomáticos que aquellos líderes consideran intromisiones de la vieja potencia colonial en sus asuntos domésticos. La realidad, yendo al fondo del debate, es que toda nuestra contemporaneidad de hoy es más una redención que un descubrimiento o arqueología, una reordenación que implica actualizar la historia mediante las diversas revisiones de lo que son las memorias históricas, y este esfuerzo es el verdadero mandato de nuestro tiempo, radicalmente decisivo para nuestra mirada interior y para todo intento de rehacer un sentido de comunidad honesto y verdadero, "en el que nuestra existencia es mirada desde todas partes", y desde todo el tiempo transcurrido, pues ya somos ahora nosotros los que vemos vernos, como sujetos prendidos en el campo de la visión de la mirada de toda la historia pasada, tal y como propugnaba Jacques Lacan en su famoso Seminario XI. Da igual que se trate del colonialismo europeo o de la historia marginada de la mujer, de la exclusión de los colectivos LGTBI y otras minorías, o del racismo o del esclavismo, o del proceso de conformación de los grandes estados que excluía a las regiones, el objetivo primero que tenemos por delante consiste en reemplazar las viejas metáforas y en reelegir los nuevos antecedentes que ahora serán los propios, los que pasaremos como testigos a las generaciones siguientes. Este es el mensaje y la lectura radical que hace el más posmoderno de los filósofos del siglo XX, Walter Benjamin, cuando sugiere que “sí podemos cambiar la historia”. Así, sacar al dictador fascista Francisco Franco, el amigo de Hitler y de Mussolini, de su mausoleo no es parte anecdótica de esta actualización de la historia, sino necesaria y ejemplarizante acción reparadora que nos pone finalmente, si se me permite, en el lado bueno, en el de las democracias vencedoras en 1945. Ese es el dato relevante, clausurante, que debería ser asumido por todos. Para Benjamin la posible revolución que él llama nihilista sería una suerte de redención en la que deberíamos recuperar todo el pasado, redimiendo aquello que ha sido excluido y actualizándolo, es obvio, mediante nuevos actos de exclusión, mediante nuevos ejercicios de miradas. En esta actualización y recuperación de Benjamin, hay también una muy interesante, para nosotros, reflexión sobre la felicidad del ahora mundano, sobre esa posible “cita secreta entre las generaciones que fueron y la nuestra..., y que no se debe despachar a la ligera”, una suerte de comunión con los muertos vivientes, con los revenidos, con los renacidos para dar con nosotros esta última batalla reparadora. Esta comunión benjaminiana con los “muertos vivientes” o con los pueblos derrotados y vencidos es a mi juicio el nudo cordial del debate acerca de si España o Portugal, Francia o el Reino Unido, Japón o China, EEUU o Rusia o Turquía, deben o pueden pedir perdón por hechos sucedidos de hace 500 años o 50 años. Rehacer y reparar un sentido de comunidad compartido es, como digo arriba, rehacer las metáforas fundadoras y los antecedentes que nos han traído hasta aquí. Yendo al caso de España, que es el que nos toca, en los últimos doce años, aproximadamente, se han venido celebrando los Bicentenarios de la independencia de las distintas repúblicas americanas, eventos que han cogido a España con la guardia baja, presa de sus propios fantasmas interiores: crisis económica, proceso en Catalunya y ahora epidemia masiva, y por tanto sin un discurso preparado o sin argumentación elaborada. Hace 10 años publiqué una Tribuna en la Cuarta de El País titulada ‘La estrategia del Acompañamiento’ donde criticaba esta estrategia de ponerse de perfil frente a la cascada de actos que se venían con motivo de los 200 años de la emancipación de la metrópoli. En aquel entonces, Miguel Ángel Bastenier (1940-2017), querido colega americanista en un Grupo de Trabajo que había montado el Instituto Elcano, elogiaba la “sabia cautela” del entonces ministro Moratinos a la hora de "sólo pretender acompañar a las naciones, hermanas, primas o sobrinas, sin buscar protagonismo alguno". Sin embargo, en aquel Grupo, éramos también otros, con Malamud, los que ya propugnábamos la necesidad de autocrítica y los que pensábamos que se estaba perdiendo una oportunidad para retomar el discurso de la ilustración española y americana, entroncando los aniversarios de las independencias con la tradición del liberalismo y la Constitución de 1812. Y con los esfuerzos sinceros de 1992, cuando con motivo del V Centenario se buscó poner el énfasis de la emblemática fecha no en la narrativa de conquistas, sino en la del encuentro de los pueblos, eufemismo que urgía un futuro en común, basado en un mensaje moderno de cooperación con aquellos países y de inclusión efectiva de los pueblos originarios. La España del 92 se sentía más cerca de los que habían redactado las Leyes de Indias que de los encomenderos que buscaban quebrantarlas. Cada generación revisa su pasado, y cada generación tiene derecho a elegir a sus antecedentes, por eso Cornelio Tácito, a redactar la Vita de su suegro, el conquistador de Britania, Cneo Julio Agrícola, hace el mayor elogio que se puede hacer de alguien cuando dice: “escapó del futuro con la dignidad intacta", esto es, sus hechos, revisados por la generación siguiente, fueron vindicados, pues triunfó no ya para los de su tiempo, sino para el tiempo de los que venían. Hoy, esa es tal vez nuestra tarea más urgente, la que consiste en derribar metafóricamente algunas de esas estatuas de los llamados colosos del pasado, como acto de reparación y de sanación propia, como indagación de lo que somos y de lo que queremos ser, pues de qué nos ha de servir hoy sanar los cuerpos sin sanar los espíritus, recuperando un sentido de comunidad compartida con los que se fueron, y con los que vendrán. * Artículo publicado el 11/02/22 en Atalayar, entre dos orillas, Blog para líderes mediterráneos y atlánticos, quiere ser el puente de comunicación, información y entendimiento entre culturas.

miércoles, 26 de enero de 2022

El día en que Paco #Gento, la "Galerna del Cantábrico", posó su mano sobre mí.

En el año 1963, el Real Madrid realizó una gira de exhibición por las Américas. En Guatemala vivía mi familia y mi padre, Valentín Martínez Acha -en la foto poniendo su mano sobre el hombro de mi hermano Valentín-, regentaba diversos negocios, El Pelícano, El Bacus Bar, o el El Íntimo, que era el bar que estaba en el Hotel Maya Excelsior, del que mi padre era director y gerente. Y donde con toda seguridad se hospedada el equipo, pues era el mejor de la ciudad. Mi padre había combatido entre 1943 y 1945 en la resistencia francesa en la Brigada Vasca que estaba bajo el mando del comandante Pedro Kepa Ordoki, a las órdenes directas de Prieto, al que llamaban capitán, en la región de Las Landas, al sur de Burdeos. Por eso vivía mi familia exiliada en Guatemala. Hoy el nombre de mi padre está inscrito en una placa, en los jardines adyacentes al Árbol de #Gernika, junto al resto de los combatientes en aquella brigada del maquis que luchó dos años contra los alemanes que ocupaban Francia.
De aquella visita del Real Madrid, recuerdo vagamente algunas cosas que mi padre me contó, hablando de esta misma imagen que se conserva en el álbum familiar. Sé que ambos dos norteños simpatizaron, el cántabro de #Guarnizo y el vasco de #Ortuella. Mi padre se lo presentó a Alejandro Finisterre, el exiliado que había sido el editor de León Felipe, y el inventor en los años 30 del futbolín. Supongo que al entonces ganador de cinco Copas de Europa -aún ganaría otra poco después- le debió hacer mucha gracia conocer al creador del ya popular juego de las salas de billares de medio mundo. A Gento lo llamaban la "Galerna del Cantábrico" por las furibundas e imparables cabalgadas por su banda izquierda. Sé que compartieron alguna buena cerveza en el hotel. Pero mi padre me comentó que "había que tener cuidado con lo que se decían. Era el equipo del Régimen", y por descontado llevaban escoltas en aquella gira. Y por esa época mi padre ya quería volver a España, para que nos criásemos en Bilbao. Eso no pudo ser, por otras razones, y terminamos en Madrid. Sé que en alguna ocasión, con motivo de alguna visita del Athletic, Gento lo invitó al Bernabeu. Ayer murió Gento, mi hermano hace dos años, mi padre hace más de 30. Descansen los tres en paz (STTL) Se puede reproducir la foto citando procedencia (c) Archivo José Tono Martínez P.D. Como parte de esta nota, los que han visto la foto han identificado a los tres personajes que aparecen en segundo plano: de izquierda a derecha, Enrique Pérez "Pachín", Miguel Muñoz, y Lucien Muller.