LOS COMENTARIOS

To the Happy Few: espero que estos comentarios y las otras ideas o divagaciones que siguen en la bitácora presente puedan ser de alguna utilidad a quien quiere seguir o ya está en este oficio o carrera de las letras, ya porque sea muy joven y no tenga a quién acudir, o ya porque no siendo joven de cuerpo sí lo sea de espíritu, y desee o considere que es adecuado, con toda llaneza, combatir de este modo que ofrezco el aburrimiento...

Las reglas de uso que propongo al usuario son simples: que tus comentarios busquen la contundencia de la piedra lanzada y suspendida en el aire, buscando allí afinar la idea.

Deseo también que estos pequeños dardos de este diario personal que aquí inicio sirvan como disparadero de ideas para otros proyectos ajenos destinados a otros espacios.

Por último, los diálogos que se produzcan los consideraré estrictamente privados. Y no es preciso poner punto final a los mismos, pues incluso los ya transitados pueden recrudecerse pasado un tiempo.

domingo, 16 de enero de 2011

La vida cotidiana. Proust.

Siempre me han gustado los libros de fragmentos, los libros que se han construido como la vida misma, a golpes de ingenio, tal vez porque desconfío profundamente de las articulaciones modélicas, de los sistemas, de las sistematizaciones, de eso tan alemán que son las cosmovisiones. Y es que al final la vida nos enseña que eso de la coherencia y la línea recta es una invención, una teoría, en ocasiones muy dañina, casi siempre atentatoria a la libertad. Por eso mismo me gustan los presocráticos, porque ya fuera porque eran así o ya fuera por el ejercicio del tiempo, lo cierto es que nos han llegado cargados de dudas, de aclaraciones, de oscuridades y ambigüedades que no acabamos de discernir del todo. Por eso mismo me gustan los diccionarios de palabras y de conceptos, el I Ching y las antologías de poesía: los podemos abrir por cualquier parte como si nuestra sorpresa fuera su apariencia de la verdad.  Supongo que de nuevo hay ahí algo de descrédito hacia los libros de largo aliento y al tiempo una defensa del relato, del escolio, de la sentencia. Todo ello muy hispano y muy griego: hacer pensamiento como quien talla piedras semi-preciosas y engarza joyas. Sin buscar la coherencia del sistema.
Supongo que ese es el tipo de libro que  a mí me hubiera gustado tener de adolescente, un libro del todo contradictorio y desordenado, como uno es a esa edad. Y como es lo demás la vida. Un libro para curiosear, que se pudiera abrir por cualquier página, en un momento de debilidad o de ocio. Y no sé si aspiro con estas notas a hacer algo así, casi sin darme cuenta. No es por tanto un libro para leer de corrido buscando el "fin" o la "conclusión": no las tiene, como vida. Y ahora que tenemos una cierta experiencia de las cosas somos plenamente conscientes de esta aproximación a la verdad: nada se sabe. Lo que hoy damos por seguro, mañana ya es sueño. En los últimos treinta años han caído, de nuevo, como en los viejos tiempos, inamovibles imperios y las guerras sin fin se han multiplicado en el horizonte, cuando se creía, cuando se creyó que todo eso podía ser una pesadilla del pasado.
En todo caso mi camino hacia ese libro posible pasa porque sirva de "aviso" hacia otros libros o debates puesto que, como se ve, un libro es un libro de libros, como en realidad todos lo son. Lo ideal es que este libro también se pudiera usar jugando, en compañía, en grupo. Al modo de esos juegos de mesa que proponen enigmas. Lo podríamos llamar el Juego de la Libertad. ¿Es muy pretenciosa mi propuesta? No sé, pero tal vez digo esto porque siempre he pensado que el juego es la espina dorsal de la vida y que la seriedad es el enemigo público de la imaginación y de la propia libertad, y de la propia vida. Y sin ella no nos es posible descubrir lo hermoso en lo pequeño, en lo cotidiano, y viene todo ello a cuento de lo que decía, en su mandato, nuestro amigo Marcel Proust: "Y lo sentiríamos mucho, porque la existencia apenas si tiene interés más que en esos días en que el polvo de las realidades está mezclado con un poco de arena mágica, cuando un vulgar incidente de la vida se convierte en episodio novelesco".  

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