LOS COMENTARIOS

To the Happy Few: espero que estos comentarios y las otras ideas o divagaciones que siguen en la bitácora presente puedan ser de alguna utilidad a quien quiere seguir o ya está en este oficio o carrera de las letras, ya porque sea muy joven y no tenga a quién acudir, o ya porque no siendo joven de cuerpo sí lo sea de espíritu, y desee o considere que es adecuado, con toda llaneza, combatir de este modo que ofrezco el aburrimiento...

Las reglas de uso que propongo al usuario son simples: que tus comentarios busquen la contundencia de la piedra lanzada y suspendida en el aire, buscando allí afinar la idea.

Deseo también que estos pequeños dardos de este diario personal que aquí inicio sirvan como disparadero de ideas para otros proyectos ajenos destinados a otros espacios.

Por último, los diálogos que se produzcan los consideraré estrictamente privados. Y no es preciso poner punto final a los mismos, pues incluso los ya transitados pueden recrudecerse pasado un tiempo.

viernes, 7 de octubre de 2011

El sentido del peligro. Borges. Paz.

Que el sentido del peligro determina y que se justifica en sí mismo es algo obvio, poderoso, inmediato, aprehensible y en apariencia injustificable. Y por ello a los soldados, a los conquistadores, a los mercaderes y a los mártires y profetas de cualquier época, religión o patria, no les ha importado caer en la lucha. Y tal vez, sospecho, la misma sospecha que atenazaba a Borges, que no sólo sea cuestión de voluntad sino deseo de rozar un único e íntimo misterio que en ocasiones la realidad nos muestra de soslayo y que los espíritus sedentarios, por oposición a estos, no podemos comprender. 
Esos otros, los primeros, aspiran por la vía rápida y tumbativa a dejar sus nombres y sus vibrantes desvaríos en las páginas de la historia, para bien o para mal, tantas veces. Ahora bien, que este sentido del peligro engrandezca y haga más humana, más libre, nuestra condición, es algo que me permito dudar. Aunque incluso en la intención del actor heroico se encuentre este enunciado, este pathos que arrastre y confunda a su espíritu. ¿Es poder o es misterio lo que buscan estas famosas hazañas? Hay algo de trivial en la búsqueda de la muerte en el campo de batalla, algo que huele a gimnasio, a taberna, y a orín; como una bravuconada pintada en esos grandes espejos donde los machos se observan de soslayo mientras ejercitan y exhiben, a modo de babuino, una personalidad de trampantojo. Una renuncia a todo lo otro que es la vida.
Yo prefiero jugarme la vida en una palabra, parafraseando a mi querido maestro Octavio Paz, que tan huérfanos nos ha dejado, ya desde hace años. Para Paz, "el decir poético no es un querer decir sino un decir irrevocable"..., pues "el lenguaje no es una convención sino una dimensión inseparable del hombre. Por eso toda aventura verbal posee un carácter total: el hombre entero se juega la vida en una palabra".
¿Exageraba?, ¿le faltaba una dimensión ética o adjetivo de contenido no formal? No, yo creo que no, y nos entendemos si en esa palabra cabe ese suceso total que es el ser humano volcado hacia su completud.

No hay comentarios:

Publicar un comentario