LOS COMENTARIOS

To the Happy Few: espero que estos comentarios y las otras ideas o divagaciones que siguen en la bitácora presente puedan ser de alguna utilidad a quien quiere seguir o ya está en este oficio o carrera de las letras, ya porque sea muy joven y no tenga a quién acudir, o ya porque no siendo joven de cuerpo sí lo sea de espíritu, y desee o considere que es adecuado, con toda llaneza, combatir de este modo que ofrezco el aburrimiento...

Las reglas de uso que propongo al usuario son simples: que tus comentarios busquen la contundencia de la piedra lanzada y suspendida en el aire, buscando allí afinar la idea.

Deseo también que estos pequeños dardos de este diario personal que aquí inicio sirvan como disparadero de ideas para otros proyectos ajenos destinados a otros espacios.

Por último, los diálogos que se produzcan los consideraré estrictamente privados. Y no es preciso poner punto final a los mismos, pues incluso los ya transitados pueden recrudecerse pasado un tiempo.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Los mitos, los astros, y Alejo Carpentier.

El escritor inventa, finge o cree en distintas mitologías, referencias con los otros, no sólo con los de nuestro tiempo sino con los otros de otros tiempos. El mito es una manera de detener el tiempo puesto que nos pone en paridad con el tiempo de quienes lo crearon y nos hace dialogar con ellos en un mismo espacio-tiempo. Nosotros, además, al vivificarlo, lo reescribimos. El mito es una supercuerda que nos hace viajar en el tiempo, y es lo más cercano y accesible al mundo de la magia que el escritor posee. Los mitos pueden ser de todo tipo, utópicos o presentistas, laicos y civiles, gentiles y paganos, religiosos de toda laya y condición, filosóficos y siempre literarios. ¿Cuáles son nuestros mitos, nuestras mitologías más íntimas? Esas que soñamos despiertos, a veces.

Dice Alejo Carpentier:
“Por el nombre de las constelaciones remontábase el hombre al lenguaje de sus primeros mitos, permaneciéndole tan fiel que cuando aparecieron las gentes de Cristo, no hallaron cabida en un cielo habitado totalmente por gentes paganas. Las estrellas habían sido dadas a Andrómeda y Perseo, a Hércules y Casiopea. Había títulos de propiedad suscritos a tenor de abolengo, que eran intransferibles a simples pescadores del lago Tiberiades -pescadores que no necesitaban de astros, además, para llevar sus barcos adonde Alguien, próximo a verter su sangre, forjaría una religión ignorante de los astros”
(Sofía, en El siglo de las luces. Pág. 358, 1962).

2 comentarios:

  1. My myths are the classical ones on one hand, the stories my father told me in long walks to the post office, the newspaper stand, or on walks in unknown towns. As we grew older the stories stopped being about classic figures to be replaced by fairy tales loved by those around me or ,us ,the children. My mother’s myths were American and she told me about them as she handed me the books that rarely saw the movies or whose heroes were rarely part of the American dream.My mother’s accent was from the South and she would read Truman Capote aloud. Now my father has incorporated her among his myths.

    If we are entitled to our myths, what about our heroes? They are the main actors of many myths (Postmodernism[1] was and is interesting but has become a discourse in itself [2].) I want my heroes back. Are they not punished enough by life that we have to punished them again and again with our mocking judgement?They weren’t perfect but they did what few men did before them. They were brave, when very few were. They knew what they wanted and went for it, single-mindedly. This is the thought that I have been labouring on since..., among other moments, I saw that photograph of your father marching into liberated Toulouse. I had just been to a seminar about how all is constructed in the media etc. There are great unexpected events in history even the media can’t control. It’s that fallacy of control that empowers the media and encowards [3] people. On the BBC radio the type of coverage is being constantly questioned for now the public is constantly questioning the media, its coverage, its selection of information and its presentation.

    If we speak about myths we have to speak of the collective, the Greek chorus, the media, and the individual facing or creating an event. I think we’ve stopped manufacturing consent. Let the media, the chorus, play its role while we can perhaps talk of our real heroes. All unknown because it is only after death and time that we realize who were our heroes. In daily life heroes mix unseen amongst the crowd, before and after the event. A postmodern Odyssey would have been punished with post traumatic stress disorder, unemployment and social inadequacy after the surrender of Troy. Now I find myself writing the way economists I despise write. You are what you read even if it just to confirm your hatred as it is in this case.





    [1] Your man about madness.
    [2] The other guy who wants us to forget the firat bloke. (Braudillard, it’s short)
    [3] This term doesn’t exist

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  2. Querida Swatchka:
    tengo poco que añadir. Es una brillante respuesta a mi comentario. Sobre los mitos de la infancia que mencionas, los clásicos y los de tu padre y madre, te diría que siempre estarán allí y siempre te servirán de inspiración o de compañía a la hora de escribir y de vivir el oficio de la vida. Y es que la infancia es en parte el escenario mítico por naturaleza, al que siempre deseamos volver. Esas imágenes de vivencias o de lecturas que se nos quedan grabadas como tatuajes en el cerebro son los que nos ayudan en determinados momentos. Citas a mi padre entrando en Burdeos, no en Toulouse. Yo creo que la foto es 1944, tras los combates de liberación de la ciudad. Habrás visto que va con uniforme inglés, ya que el Batallón Guernika, integrado en la Armée Française, no tenía uniforme propio. Los mitos y esos héroes del pasado, o tu padre o el mío, nos ayudan con su ejemplo en los momentos difíciles. Uno piensa, si él lo consiguió y supo aguantar esto y lo otro, yo no voy a ser menos. Esta del ejemplo es una de las funciones clásicas del mito.
    En cuanto a la posmodernidad, yo también diría que el escenario posmoderno, por su diversidad, por su pluralismo, se adapta mejor al escenario clásico de esos mitos que añoras. Es un escenario de mayor libertad. La era de los grandes discursos en los que creíamos a pies juntillas va más con la época de las grandes religiones del Libro, con el discurso de una verdad deificada, irrevocable.

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